¿Cómo te llamas? ¿Cuál es tu nombre?
¿De dónde eres? = "Where are you from?". Invece ¿De donde vienes? = Where are you coming from?
ejemplo :
- ¿De dónde eres? Soy de Barcelona (nacida en Barcelona)
- ¿De dónde vienes? Vengo de hacer la compra
- ¿De dónde vienes? Vengo de Barcelona (He estado allí, pero no necesariamente he nacido allí o vivo allí)
¿Cuántos años tienes?
¿A qué te dedicas? ¿En qué trabaja?
¿Tienes móvil? ¿Cúal es tu número de teléfono?
¿Tienes corréo electronico?
Me llamo Daniela y soy de Bolonia. Tengo treinta y cinco años. Soy ingeniera, trabajo en la Universidad. Mi numero de móvil es el (3 tres) (4 cuatro) (8 ocho) (2 dos) (1 uno) (9 nueve) (0 cero) (5 cinco) (7 siete)(7 siete) (6 seis) - treinta y cuatro - ochenta y dos - diecinueve - cero - cincuenta y siete- setenta y seis. Mi (dirección de) correo electrónico es danielamazza (@ = arroba) gmail.com
ABECEDARIO
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[caption id="attachment_1100" align="alignleft" width="215"] OLYMPUS DIGITAL CAMERA[/caption]
Se instalaron,(= si misero) marido y mujer, en el vagón; él, después de colocar las carteras de viaje (= le borse da viaggio), se puso un guardapolvo (= uno spolverino) gris, se caló una gorrilla (= berretto), encendió un cigarro y se quedó mirando al techo con indiferencia; ella se asomó (= si affacciò) a la ventanilla a contemplar aquel anochecer (= tramonto) de otoño.
Desde el vagón se veía el pueblecillo de la costa con sus casas negruzcas (= nerastre) reunidas para defenderse del viento del mar. El sol iba retirándose poco a poco del pueblo; relucía entonces con destellos (= scintillii) metálicos en los cristales de las casas, escalaba los tejados,(= tetti) ennegrecidos por la humedad, y subía por la oscura torre de la iglesia hasta iluminar solamente la cruz de hierro del campanario, que se destacaba triunfante con su tono rojizo en el fondo gris del crepúsculo.
—Pues no esperamos poco —dijo él, con un ceceo de gomoso madrileño, echando una bocanada de humo al aire.
Ella se volvió con rapidez a mirarle, contempló a su marido, que lucía (= che portava; verbo lucir) sus manos blancas y bien cuidadas (= ben tenute) llenas de sortijas (= anelli), y, volviéndole la espalda, se asomó de nuevo a la ventanilla.
La campana de la estación dio la señal de marcha; comenzó a moverse el tren lentamente; hubo esa especie de suspiro que producen las cadenas y los hierros al abandonar su inercia: pasaron las ruedas con estrépito infernal, con torpe traqueteo (=sgraziato sferragliamento), por las placas giratorias colocadas a la salida de la estación; silbó (=fischiò) la locomotora con salvaje energía; luego el movimiento se fue suavizando, y comenzó el desfile, (= sfilata) y pasaron ante la vista caseríos (=villaggi), huertas (=frutteti), fábricas de cemento, molinos, y después, con una rapidez vertiginosa, montes y árboles, y casetas de guardavías, y carreteras solitarias, y pueblecillos (= piccoli villaggi) oscuros apenas vislumbrados (= intravisti) a la vaga claridad del crepúsculo.
Y, a medida que avanzaba la noche, iba cambiando el paisaje; el tren se detenía (= si fermava) de cuando en cuando en apeaderos (= soste) aislados, en medio de eras (= campi), en las cuales ardían montones de rastrojos (= stoppie).
Dentro del vagón seguían, solos, marido y mujer, no había entrado ningún otro viajero; él había cerrado los ojos y dormía. Ella hubiera querido hacer lo mismo; pero su cerebro parecía empeñarse en sugerirle recuerdos que la molestaban y no la dejaban dormir.
¡Y qué recuerdos! Todos fríos, sin encanto.
De los tres meses pasados en aquel pueblo de la costa, no le quedaban más que imágenes descarnadas en la retina, ningún recuerdo intenso en el corazón.
Veía la aldea (=villaggio) en un anochecer de verano, junto a la ancha ría (=foce), cuyas aguas se deslizaban (=scivolavano) indolentes entre verdes maizales (=campi di grano); veía la playa, una playa solitaria, frente al mar verdoso, que la acariciaba con olas lánguidas; recordaba crepúsculos de agosto, con el cielo lleno de nubes rojas y el mar teñido de escarlata (= tinto di rosso scarlatto); recordaba los altos montes escalados por árboles de amarillo follaje (=fogliame), y veía en su imaginación auroras alegres, mañanas de cielo azul, nieblas que suben de la marisma para desvanecerse en el aire, pueblos con gallardas torres, puentes reflejados en los ríos, chozas (=capanne) , casas abandonadas, cementerios perdidos en las faldas de los montes.
Y en su cerebro resonaban el son del tamboril (=tamburello); las voces tristes de los campesinos aguijoneando (=riferendosi in modo pungente) al ganado; los mugidos poderosos de los bueyes; el rechinamiento (=crepitio) de las carretas, y el sonar triste y pausado de las campanas del Ángelus.
Y, mezclándose con sus recuerdos, llegaban del país de los sueños otras imágenes, reverberaciones de la infancia, reflejos de lo inconsciente, sombras formadas en el espíritu por las ilusiones desvanecidas y los entusiasmos muertos.
Como las estrellas que en aquel momento iluminaban el campo con sus resplandores pálidos, así
sus recuerdos brillaban en su existencia, imágenes frías que impresionaron su retina, sin dejar huella (=segno) en el alma.
Sólo un recuerdo bajaba de su cerebro al corazón a conmoverlo dulcemente. Era aquel anochecer que había cruzado (=attraversato) sola, de un lado a otro de la ría, en un bote. Dos marineros jóvenes, altos, robustos, con la mirada inexpresiva del vascongado (=basco), movían los remos. Para llevar el compás (=ritmo), cantaban con monotonía un canto extraño de una dulzura grande. Ella, al oírlo, con el corazón aplanado (=abbattuto) por una languidez sin causa, les pidió que cantaran alto y que se internaran mar adentro (=andare in mare aperto).
Los dos remaron para separarse de tierra, y cantaron sus zortzicos (=danze basche), canciones serenas que echaban su amargura en un crepúsculo esplendoroso. El agua, teñida de rojo por el sol moribundo, se estremecía (= si commuoveva) y palpitaba con resplandores sangrientos (= di sangue), mientras las notas reposadas (=tranquille) caían en el silencio del mar tranquilo y de redondeadas (=rotonde) olas.
Y, al comparar este recuerdo con otros de su vida de sensaciones siempre iguales, al pensar en el
porvenir plano que le esperaba, penetró en su espíritu un gran deseo de huir (=fuggire) de la monotonía de su existencia, de bajar del tren en cualquier estación de aquellas y marchar en busca de lo desconocido.
De repente se decidió, y esperó a que parara (=che si fermasse) el tren. Como nacida de la noche, vio avanzar una estación hasta detenerse frente a ella, con su andén solitario, iluminado por un farol.
La viajera bajó el cristal de la ventanilla, y sacó el brazo para abrir la portezuela.
Al abrirla y al asomarse a ella, sintió un escalofrío que recorrió su espalda. Allá estaba la sombra, la sombra que la acechaba (=osservava). Se detuvo (=si fermò). Y bruscamente, sin transición alguna, el aire de la noche le llevó a la realidad, y sueños, recuerdos, anhelos (=desideri), desaparecieron.
Se oyó la señal, y el tren tornó a su loca carrera (=corsa) por el campo oscuro, lleno de sombras, y las grandes chispas (=scintille) de la locomotora pasaron por delante de las ventanillas como brillantes pupilas sostenidas en el aire...
Había sufrido una caída diez años antes, cuando pasaba unas vacaciones esquiando en Chamonix con su novio. La lesión (= lesione) tenía algo que ver con la espalda. Los médicos no pudieron encontrar nada, nadie veía nada anormal en su espalda; y, sin embargo, le dolía, decía ella. La realidad era que no estaba segura de conservar a su hombre a menos que fingiera una lesión, adquirida (adquirir = acquisire) precisamente (=nel preciso momento) estando con él. Philippe, sin embargo, estaba muy enamorado de ella, así que no debería haberse preocupado tanto. No obstante, enganchar firmemente a Philippe y asegurarse, además, una vida de ocio –por no decir pasarse el resto de sus días echada boca arriba (=sdraiata con la faccia all'insù), o como prefiriese tumbarse (=sdraiarsi) cómodamente– no era una pequeña ventaja (=vantaggio). ¿Cuántas mujeres podían pescar a un hombre para siempre, sin darle nada en absoluto, sin siquiera hacerle la comida, y que, a pesar de todo, las mantuviese a un nivel bastante bueno?
En la época en que Jane se casó, no parecía haber nada extraño en ella. Era regordeta (=cicciottella), bonita y muy práctica: capaz de hacer la respiración artificial en un abrir y cerrar de ojos, reanimar a una persona desmayada (=svenuta), o detener una hemorragia nasal. Era ayudante de un dentista y no se inmutaba (=prendeva paura) ante una crisis o un dolor. Pero sentía entusiasmo por las artes. ¿Qué artes? Todas. Empezó, durante el primer año de casada, con la pintura. Esto ocupaba todos sus sábados, o suficientes horas del sábado como para impedirle hacer la compra del fin de semana, pero la hacía Bob, su marido. También era él quien pagaba el enmarcado (=la cornice) de los retratos al óleo, sucios y con los colores corridos (=sbavati), de sus amistades. Las sesiones de posado de los amigos también consumían buena parte del tiempo durante el fin de semana. Al fin, Jane admitió el hecho de que no lograba evitar que los colores se corriesen (=sbavassero), y decidió abandonar la pintura por la danza.
Guillermo Marconi fue un ingeniero eléctrico, empresario e inventor italiano, conocido como uno de los más destacados impulsores de la radio transmisión a larga distancia, así como por el desarrollo de un sistema de telegrafía sin hilos o radiotelegrafía.
Guillermo es la castellanización de su nombre original Guglielmo.
Nació en Bolonia en 1874, el 25 de abril, precisamente en VIlla Griffone, una villa que está en Sasso Marconi, un pequeño pueblo cerca de Bolonia. Villa Griffone fue la residencia de la familia y el lugar donde Guglielmo Marconi pasó la mayor parte de su vida hasta la edad adulta, y hoy es posible visitarla para ir al Museo construido para mantener viva la memoria del padre histórico y científico de las comunicaciones de radio.
Su padre, Josef Marconi, fue un terrateniente y su madre, Annie Jameson, fue una mujer irlandesa de gran cultura. Guillermo aprendió juntas la lengua inglesa y la lengua italiana, y esto lo ayudó mucho para hacerse entender cuando publicó sus experimentos y expuso sobre estos experimentos con los académicos.
Cuando Guillermo tenía solo veinte años empezó los experimentos en su casa. En efecto, él no tuvo ningún titulo de licenciatura porque su estudio fue casi solamente en su casa con profesores privados, aunque estudió en la Universidad de Bolonia por poco tiempo.
Construyó un aparato con el objeto de conectar el trasmisor y receptor a través de una antena. Su primer logro fue en 1886 cuando trasmitió el primer mensaje radiotelegráfico encontrándose el receptor a 250 metros del emisor y en 1895 ya había inventado un aparato con el que consiguió enviar señales a 2 kilómetros de distancia, más allá de la Collina dei Celestini, cerca de Villa Griffone, interpuesta entre el aparato de la recepción y el de la transmisión. Desde una ventana del granero, Marconi envió la primera señal de radio, que fue recibida en la colina por un joven colono que lo informó con el disparo de un rifle, ya legendario.
Para patentar este sistema en Gran Bretaña, creó la Compañía de Telegrafía sin Hilos Marconi en Londres.
En 1899 logró la comunicación entre Inglaterra y Francia a través del canal de la Mancha, y en 1901 transmitió señales a través del océano Atlántico entre Poldhu, en Cornualles, y Saint John's en Terranova, Canadá. Su sistema pronto fue adoptado por las marinas italiana y británica y en torno a 1907 había logrado tal perfeccionamiento que se estableció un servicio transatlántico de telegrafía sin hilos para uso público. Ganó el premio nobel de fisica en 1909, junto al físico alemán Karl Ferdinand Braun. Durante la I Guerra Mundial estuvo encargado del servicio telegráfico italiano e inventó la transmisión de onda corta como medio de comunicación secreta. Murió en 1937 en Roma. Todas las emisoras de radio del mundo guardaron dos minutos de silencio en señal de respeto.
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