¿Cómo te llamas? ¿Cuál es tu nombre?

¿De dónde eres? = "Where are you from?". Invece ¿De donde vienes? = Where are you coming from?
ejemplo :

  • ¿De dónde eres? Soy de Barcelona (nacida en Barcelona)
  • ¿De dónde vienes? Vengo de hacer la compra
  • ¿De dónde vienes? Vengo de Barcelona (He estado allí, pero no necesariamente he nacido allí o vivo allí)

¿Cuántos años tienes?

¿A qué te dedicas? ¿En qué trabaja?

¿Tienes móvil? ¿Cúal es tu número de teléfono?

¿Tienes corréo electronico?

Me llamo Daniela y soy de Bolonia. Tengo treinta y cinco años. Soy ingeniera, trabajo en la Universidad. Mi numero de móvil es el (3 tres) (4 cuatro) (8 ocho) (2 dos) (1 uno) (9 nueve) (0 cero) (5 cinco) (7 siete)(7 siete) (6 seis) - treinta y cuatro - ochenta y dos - diecinueve - cero - cincuenta y siete- setenta y seis. Mi (dirección de) correo electrónico es danielamazza (@ = arroba) gmail.com

ABECEDARIO 

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A (a) Alicante H (hache) Honduras Ñ (eñe) La Coruña U (u) Úbeda
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C (ce) Córdoba, Ciudad Real J (jota) Jerez P (pe) Panamá W (uve doble) Washington
Ch (che) Chile K (ka) Euskadi Qu (cu) Quito X (equis) Castex
D (de) Delta L (ele) Lima R (ere) Rosario Y (i griega) Yebra
E (e) Elche Ll (elle) Llobregat rr (erre) Sierra Nevada Z (zeta) Zaragoza
F (efe) Formentera M (eme) Madrid  S (ese) Salamanca  
G (ge) Granada, Argentina N (ene) Nicaragua  T (te) Tucumán  

[caption id="attachment_1100" align="alignleft" width="215"]OLYMPUS DIGITAL CAMERA OLYMPUS DIGITAL CAMERA[/caption]

Se instalaron,(= si misero) marido y mujer, en el vagón; él, después de colocar las carteras de viaje (= le borse da viaggio), se puso un guardapolvo (= uno spolverino) gris, se caló una gorrilla (= berretto), encendió un cigarro y se quedó mirando al techo con indiferencia; ella se asomó (= si affacciò) a la ventanilla a contemplar aquel anochecer (= tramonto) de otoño.

Desde el vagón se veía el pueblecillo de la costa con sus casas negruzcas (= nerastre) reunidas para defenderse del viento del mar.  El sol iba retirándose poco a poco del pueblo; relucía entonces con destellos (= scintillii) metálicos en los cristales de las casas, escalaba los tejados,(= tetti) ennegrecidos por la humedad, y subía por la oscura torre de la iglesia hasta iluminar solamente la cruz de hierro del campanario, que se destacaba triunfante con su tono rojizo en el fondo gris del crepúsculo.

—Pues no esperamos poco —dijo él, con un ceceo de gomoso madrileño, echando una bocanada de humo al aire.

Ella se volvió con rapidez a mirarle, contempló a su marido, que lucía (= che portava; verbo lucir) sus manos blancas y bien cuidadas (= ben tenute) llenas de sortijas (= anelli), y, volviéndole la espalda, se asomó de nuevo a la ventanilla.

La campana de la estación dio la señal de marcha; comenzó a moverse el tren lentamente; hubo esa especie de suspiro que producen las cadenas y los hierros al abandonar su inercia: pasaron las ruedas con estrépito infernal, con torpe traqueteo (=sgraziato sferragliamento), por las placas giratorias colocadas a la salida de la estación; silbó (=fischiò) la locomotora con salvaje energía; luego el movimiento se fue suavizando, y comenzó el desfile, (= sfilata) y pasaron ante la vista caseríos (=villaggi), huertas (=frutteti), fábricas de cemento, molinos, y después, con una rapidez vertiginosa, montes y árboles, y casetas de guardavías, y carreteras solitarias, y pueblecillos (= piccoli villaggi) oscuros apenas vislumbrados (= intravisti) a la vaga claridad del crepúsculo.

Y, a medida que avanzaba la noche, iba cambiando el paisaje; el tren se detenía (= si fermava) de cuando en cuando en apeaderos (= soste) aislados, en medio de eras (= campi), en las cuales ardían montones de rastrojos (= stoppie).

Dentro del vagón seguían, solos, marido y mujer, no había entrado ningún otro viajero; él había cerrado los ojos y dormía. Ella hubiera querido hacer lo mismo; pero su cerebro parecía empeñarse en sugerirle recuerdos que la molestaban y no la dejaban dormir.

¡Y qué recuerdos! Todos fríos, sin encanto.

De los tres meses pasados en aquel pueblo de la costa, no le quedaban más que imágenes descarnadas en la retina, ningún recuerdo intenso en el corazón.

Veía la aldea (=villaggio) en un anochecer de verano, junto a la ancha ría (=foce), cuyas aguas se deslizaban (=scivolavano) indolentes entre verdes maizales (=campi di grano); veía la playa, una playa solitaria, frente al mar verdoso, que la acariciaba con olas lánguidas; recordaba crepúsculos de agosto, con el cielo lleno de nubes rojas y el mar teñido de escarlata (= tinto di rosso scarlatto); recordaba los altos montes escalados por árboles de amarillo follaje (=fogliame), y veía en su imaginación auroras alegres, mañanas de cielo azul, nieblas que suben de la marisma para desvanecerse en el aire, pueblos con gallardas torres, puentes reflejados en los ríos, chozas (=capanne) , casas abandonadas, cementerios perdidos en las faldas de los montes.

Y en su cerebro resonaban el son del tamboril (=tamburello); las voces tristes de los campesinos aguijoneando (=riferendosi in modo pungente) al ganado; los mugidos poderosos de los bueyes; el rechinamiento (=crepitio) de las carretas, y el sonar triste y pausado de las campanas del Ángelus.

Y, mezclándose con sus recuerdos, llegaban del país de los sueños otras imágenes, reverberaciones de la infancia, reflejos de lo inconsciente, sombras formadas en el espíritu por las ilusiones desvanecidas y los entusiasmos muertos.

Como las estrellas que en aquel momento iluminaban el campo con sus resplandores pálidos, así
sus recuerdos brillaban en su existencia, imágenes frías que impresionaron su retina, sin dejar huella (=segno) en el alma.

Sólo un recuerdo bajaba de su cerebro al corazón a conmoverlo dulcemente. Era aquel anochecer que había cruzado (=attraversato) sola, de un lado a otro de la ría, en un bote. Dos marineros jóvenes, altos, robustos, con la mirada inexpresiva del vascongado (=basco), movían los remos. Para llevar el compás (=ritmo), cantaban con monotonía un canto extraño de una dulzura grande. Ella, al oírlo, con el corazón aplanado (=abbattuto) por una languidez sin causa, les pidió que cantaran alto y que se internaran mar adentro (=andare in mare aperto).

Los dos remaron para separarse de tierra, y cantaron sus zortzicos (=danze basche), canciones serenas que echaban su amargura en un crepúsculo esplendoroso. El agua, teñida de rojo por el sol moribundo, se estremecía (= si commuoveva) y palpitaba con resplandores sangrientos (= di sangue), mientras las notas reposadas (=tranquille) caían en el silencio del mar tranquilo y de redondeadas (=rotonde) olas.

Y, al comparar este recuerdo con otros de su vida de sensaciones siempre iguales, al pensar en el
porvenir plano que le esperaba, penetró en su espíritu un gran deseo de huir (=fuggire) de la monotonía de su existencia, de bajar del tren en cualquier estación de aquellas y marchar en busca de lo desconocido.

De repente se decidió, y esperó a que parara (=che si fermasse) el tren. Como nacida de la noche, vio avanzar una estación hasta detenerse frente a ella, con su andén solitario, iluminado por un farol.

La viajera bajó el cristal de la ventanilla, y sacó el brazo para abrir la portezuela.

Al abrirla y al asomarse a ella, sintió un escalofrío que recorrió su espalda. Allá estaba la sombra, la sombra que la acechaba (=osservava). Se detuvo (=si fermò). Y bruscamente, sin transición alguna, el aire de la noche le llevó a la realidad, y sueños, recuerdos, anhelos (=desideri), desaparecieron.

Se oyó la señal, y el tren tornó a su loca carrera (=corsa) por el campo oscuro, lleno de sombras, y las grandes chispas (=scintille) de la locomotora pasaron por delante de las ventanillas como brillantes pupilas sostenidas en el aire...

highsmithHabía sufrido una caída diez años antes, cuando pasaba unas vacaciones esquiando en Chamonix con su novio. La lesión (= lesione) tenía algo que ver con la espalda. Los médicos no pudieron encontrar nada, nadie veía nada anormal en su espalda; y, sin embargo, le dolía, decía ella. La realidad era que no estaba segura de conservar a su hombre a menos que fingiera una lesión, adquirida (adquirir = acquisire) precisamente (=nel preciso momento) estando con él. Philippe, sin embargo, estaba muy enamorado de ella, así que no debería haberse preocupado tanto. No obstante, enganchar firmemente a Philippe y asegurarse, además, una vida de ocio –por no decir pasarse el resto de sus días echada boca arriba (=sdraiata con la faccia all'insù), o como prefiriese tumbarse (=sdraiarsi) cómodamente– no era una pequeña ventaja (=vantaggio). ¿Cuántas mujeres podían pescar a un hombre para siempre, sin darle nada en absoluto, sin siquiera hacerle la comida, y que, a pesar de todo, las mantuviese a un nivel bastante bueno?

Algunos días se levantaba, principalmente por aburrimiento. A veces estaba levantada cuando hacía sol, pero no siempre. Cuando no hacía sol, o amenazaba la lluvia, Christine se sentía fatal y se quedaba en la cama. Entonces su marido, Philippe, tenía que bajar (=scendere) con la bolsa de la compra y al volver ponerse a cocinar. La única cosa de la que hablaba Christine era «cómo me siento». Obsequiaba (= onorava) a las visitas y las amistades con un largo relato (=lunga storia) sobre inyecciones, píldoras, dolores en la espalda que la habían dejado sin dormir el miércoles pasado y la posibilidad de lluvia para mañana, por el modo en que se sentía.
Pero siempre se encontraba bastante bien cuando llegaba agosto, porque ella y Philippe se iban entonces (=in quel periodo) a Cannes. Sin embargo, su estado podía ser malo muy a principios de agosto, debido a lo cual Philippe tenía que contratar una ambulancia para ir a Orly, y luego un acomodo especial en el avión a Niza. En Cannes se sentía capaz de ir a la playa todas las mañanas a las once, nadar unos minutos con ayuda de un flotador (=salvagente) en forma de alas, y tomar una buena comida. Pero a finales de agosto, de vuelta en París, sufría una recaída a causa de toda la agitación, las comidas fuertes y el esfuerzo físico en general, por lo que, una vez más, tenía que meterse en la cama, con su bronceado (=abbronzatura) y todo. A veces les mostraba sus bronceadas piernas a las visitas, suspiraba, llena de recuerdos de Cannes, y volvía a taparse con las sábanas (=lenzuola) y la manta (=coperta). Septiembre anunciaba ya el comienzo del triste invierno. Philippe ya no podía dormir con ella; aunque bien sabe Dios que él pensaba que se había ganado un trato mejor, puesto que había trabajado hasta dejarse los dedos para pagar las incontables facturas de los médicos, los radiólogos y las farmacias. Tendría que enfrentarse (=affrontare) a otro invierno solitario, ni siquiera en la misma habitación que ella, sino en la habitación contigua.
–Pensar que yo soy el causante de todo esto –le dijo Philippe a uno de sus amigos– por haberla llevado a Chamonix.
–Pero ¿por qué se encuentra siempre bastante bien en agosto? –contestó el amigo–. ¿Crees de veras que es una enferma? Recapacita (=ripensaci), hombre.
Philippe empezó a recapacitar, porque otros amigos le habían dicho lo mismo. Recapacitar le llevó años, muchos años de agosto en Cannes (a un precio que consumía los ahorros de once meses enteros) «dormitorio de los invitados», y no con la mujer a quien amaba y deseaba.
Así que en el onceavo agosto en Cannes, Philippe hizo acopio de todo su valor (= mise insieme tutto il sup coraggio) Nadó mar adentro (=in mare aperto) detrás de Christine con un alfiler (=ago) entre los dedos. Clavó (=conficcò) el alfiler en su flotador e hizo dos pinchazos (=punture), uno en cada ala blanca. No estaban muy lejos de la orilla, el agua les cubría justo por encima de la cabeza. Philippe no estaba en muy buena forma. No sólo se estaba quedando calvo, cosa que no tenía mayor importancia en semejante (=tale) situación, sino que había echado tripa, lo cual no habría sucedido, pensaba él, si hubiese podido hacer el amor con Christine durante la última década. A pesar de ello, Philippe intentó y consiguió hundir (=sommergere) a Christine, aunque al mismo tiempo tuvo cierta dificultad para mantenerse a flote. Sus confusos movimientos, vistos por unas cuantas personas finalmente, parecían los de un hombre tratando de salvar a alguien que se ahogaba. Y, por supuesto, eso fue lo que le contó a la Policía y a todo el mundo. Christine, pese a que (=sebbene) tenía suficiente grasa como para flotar, se hundió como un pedazo de plomo.
Christine no supuso (=significò) ninguna pérdida para Philippe, salvo el gasto del entierro (=la spesa della sepoltura). Pronto le desapareció la tripa y, con gran sorpresa suya, se encontró de repente en buena posición económica, en lugar de tener que gastar hasta el último céntimo. Sus amigos lo felicitaron, pero cortésmente y en abstracto. No podían decirle exactamente: «Gracias a Dios que te has librado de esa hija de puta», pero le dijeron lo más aproximado a eso. Al cabo de unos seis meses, conoció a una chica muy simpática, llena de energía, a quien le encantaba cocinar y, además, le gustaba acostarse con él. A Philippe incluso le volvió a crecer el pelo.

highsmithEn la época en que Jane se casó, no parecía haber nada extraño en ella. Era regordeta (=cicciottella), bonita y muy práctica: capaz de hacer la respiración artificial en un abrir y cerrar de ojos, reanimar a una persona desmayada (=svenuta), o detener una hemorragia nasal. Era ayudante de un dentista y no se inmutaba (=prendeva paura) ante una crisis o un dolor. Pero sentía entusiasmo por las artes. ¿Qué artes? Todas. Empezó, durante el primer año de casada, con la pintura. Esto ocupaba todos sus sábados, o suficientes horas del sábado como para impedirle hacer la compra del fin de semana, pero la hacía Bob, su marido. También era él quien pagaba el enmarcado (=la cornice) de los retratos al óleo, sucios y con los colores corridos (=sbavati), de sus amistades. Las sesiones de posado de los amigos también consumían buena parte del tiempo durante el fin de semana. Al fin, Jane admitió el hecho de que no lograba evitar que los colores se corriesen (=sbavassero), y decidió abandonar la pintura por la danza.

La danza, enfundada (=fasciata) en un leotardo (=pantacalza) negro, no mejoró mucho su maciza (=massiccia, robusta) figura, únicamente su apetito. Luego vinieron las zapatillas especiales. Estaba aprendiendo ballet. Había descubierto una institución llamada La Escuela de las Artes. En este edificio de cinco plantas se enseñaba piano, violín y otros instrumentos, composición musical, a escribir novela o poesía, y danza y pintura.
—¿Ves, Bob? Se puede y se debe hacer que la vida sea hermosa —decía Jane con su amplia sonrisa—. Y todo el mundo quiere contribuir un poquitín, si puede, a la belleza y la poesía del mundo.
Mientras tanto, Bob vaciaba la basura (=svuotava la spazzatura) y se encargaba de que no se quedaran sin patatas. El ballet de Jane no progresaba más allá de cierto punto, así que lo dejó y se dedicó al canto.
—Yo creo que la vida es bastante hermosa tal y como es —dijo Bob—. Por lo menos, yo soy bastante feliz.
Esto fue en la temporada del canto, a consecuencia del cual habían tenido que meter un piano vertical en el ya abarrotado (=stipato) cuarto de estar (=soggiorno).
Por alguna razón, Jane dejó sus lecciones de canto y empezó a estudiar escultura y talla en madera. El cuarto de estar quedaba hecho una pena, lleno de trocitos de barro (=creta) y astillas (=bastoncini) con las que no siempre podía la aspiradora. Jane estaba demasiado cansada para hacer nada después de un día de trabajo en la consulta del dentista y de permanecer de pie luchando (=lottando) con el barro y la madera hasta medianoche.
Bob llegó a odiar La Escuela de las Artes. La había visto unas cuantas veces, cuando iba a recoger a Jane a eso de las once (=verso le undici).  (El barrio era peligroso para andar sola.) A Bob le parecía que todos los alumnos eran un montón de optimistas mal encaminados y los profesores un montón de mediocridades. Aquello le daba la impresión de un manicomio de esfuerzos desviados. ¿Y cuántos hogares, hijos y maridos estaban trastornados (=tormentati, disturbati) porque la mujer de la casa —la mayoría de los alumnos eran mujeres— no estaba en el hogar haciendo algunas tareas esenciales? A él le parecía que no había inspiración en La Escuela de las Artes, solamente el deseo de imitar a las personas que la habían tenido, como Chopin, Beethoven y Bach, cuyas obras oía destrozar (=distruggere) mientras esperaba a su mujer sentado en un banco del vestíbulo.
La gente llamaba locos a los artistas, pero estos alumnos parecían incapaces de esa clase de locura. Los estudiantes parecían locos, en cierto sentido de la palabra, pero no en el sentido adecuado. Considerando el tiempo que La Escuela de las Artes le privaba de su mujer, Bob estaba dispuesto a hacer saltar el edificio en cachitos (=pezzettini = trocitos)
No tuvo que esperar mucho, pero no fue él quien voló (=fece esplodere) el edificio. Alguien —más tarde se comprobó (=confermò) que había sido un instructor— puso una bomba debajo de La Escuela de las Artes, lista para estallar (=esplodere) a las cuatro de la tarde. Era el día de Nochevieja y, a pesar de (=anche se) que era media fiesta, los estudiantes de todas las artes estaban practicando laboriosamente. La Policía y algunos periódicos habían recibido aviso de la bomba. El problema era que nadie la encontraba y también que la mayoría de la gente no creía que fuese a estallar ninguna bomba. Debido (=adeguato) al ambiente del barrio habían sufrido sustos (=paure) y amenazas (=minacce) con anterioridad. Pero la bomba estalló, evidentemente, desde las profundidades del sótano (=cantina), y debía ser de buen tamaño.
Dio la casualidad de que Bob estaba allí, porque tenía que recoger a Jane a las cinco. Había oído el rumor de la bomba, pero no sabía si creérselo o no. Por precaución, sin embargo, o por una premonición, estaba esperando al otro lado de la calle en lugar de hacerlo en el vestíbulo.
Un piano salió por el tejado, un poco separado del pianista que seguía sentado en el taburete (=sgabello), tecleando (=muovendo le dita) en el vacío. Una bailarina logró (=fu capace) al fin dar unas pocas vueltas completas sin que sus pies tocaran el suelo, ya que se hallaba (=si trovava) a una altura de cuatrocientos metros, y además sus pies apuntaban hacia el cielo. Un alumno de pintura fue lanzado a través de una pared, el pincel en suspenso, dispuesto a dar la pincelada maestra mientras flotaba horizontalmente camino del (=verso il) verdadero olvido. Un instructor, que se refugiaba tan a menudo como podía en los lavabos de La Escuela de las Artes, salió disparado junto con parte de las cañerías (=tubature).
A continuación apareció Jane, volando por los aires con un mazo (=una mazza) en una mano, un cincel (=un cesello) en la otra, y una expresión de éxtasis en la cara. ¿Estaba pasmada (=distratta), concentrada aún en su obra, o ya muerta? Bob no pudo saberlo. Las partículas fueron cayendo con un suave y decreciente estrépito, levantando una polvareda gris. Hubo unos segundos de silencio, durante los cuales Bob permaneció inmóvil. Luego, dio media vuelta y se dirigió a casa. Surgirán otras Escuelas de las Artes, de eso estaba seguro. Curiosamente, esta idea cruzó su mente antes de que se diera cuenta de que su esposa se había ido para siempre.

marconi1 Guillermo Marconi fue un ingeniero eléctrico, empresario e inventor italiano, conocido como uno de los más destacados impulsores de la radio transmisión a larga distancia, así como por el desarrollo de un sistema de telegrafía sin hilos o radiotelegrafía.

Guillermo es la castellanización de su nombre original Guglielmo.

Nació en Bolonia en 1874, el 25 de abril, precisamente en VIlla Griffone, una villa que está en Sasso Marconi, un pequeño pueblo cerca de Bolonia. Villa Griffone fue la residencia de la familia y el lugar donde Guglielmo Marconi pasó la mayor parte de su vida hasta la edad adulta, y hoy es posible visitarla para ir al Museo construido para mantener viva la memoria del padre histórico y científico de las comunicaciones de radio. villaMarconi

Su padre, Josef Marconi, fue un terrateniente y su madre, Annie Jameson, fue una mujer irlandesa de gran cultura. Guillermo aprendió juntas la lengua inglesa y la lengua italiana, y esto lo ayudó mucho para hacerse entender cuando publicó sus experimentos y expuso sobre estos experimentos con los académicos.

Cuando Guillermo tenía solo veinte años empezó los experimentos en su casa. En efecto, él no tuvo ningún titulo de licenciatura porque su estudio fue casi solamente en su casa con profesores privados, aunque estudió en la Universidad de Bolonia por poco tiempo.

Construyó un aparato con el objeto de conectar el trasmisor y receptor a través de una antena. Su primer logro fue en 1886 cuando trasmitió el primer mensaje radiotelegráfico encontrándose el receptor a 250 metros del emisor y en 1895 ya había inventado un aparato con el que consiguió enviar señales a 2 kilómetros de distancia, más allá de la Collina dei Celestini, cerca de Villa Griffone, interpuesta entre el aparato de la recepción y el de la transmisión. Desde una ventana del granero, Marconi envió la primera señal de radio, que fue recibida en la colina por un joven colono que lo informó con el disparo de un rifle, ya legendario.

Para patentar este sistema en Gran Bretaña, creó la Compañía de Telegrafía sin Hilos Marconi en Londres. cartolina del 1903 diffusa in occasione delle "onoranze a Marconi"

En 1899 logró la comunicación entre Inglaterra y Francia a través del canal de la Mancha, y en 1901 transmitió señales a través del océano Atlántico entre Poldhu, en Cornualles, y Saint John's en Terranova, Canadá. Su sistema pronto fue adoptado por las marinas italiana y británica y en torno a 1907 había logrado tal perfeccionamiento que se estableció un servicio transatlántico de telegrafía sin hilos para uso público. Ganó el premio nobel de fisica en 1909, junto al físico alemán Karl Ferdinand Braun. Durante la I Guerra Mundial estuvo encargado del servicio telegráfico italiano e inventó la transmisión de onda corta como medio de comunicación secreta. Murió en 1937 en Roma. Todas las emisoras de radio del mundo guardaron dos minutos de silencio en señal de respeto.